El pasado mes de junio se publicaba esta noticia sobre la denegación de la posibilidad de conciliación a una funcionaria del Ayuntamiento de Madrid:
En el desarrollo de esta noticia, en la que se explica que a una trabajadora del Ayuntamiento de Madrid, madre soltera de dos hijos pequeños que solicita un cambio de jornada vespertina a matutina, en la cual existían plazas vacantes, para poder conciliar su vida laboral y familiar, lo que más sorprende es que hasta que no llega una denuncia de la afectada al Tribunal Superior de Justicia de Madrid, no se resuelve definitivamente el conflicto, obligando al ayuntamiento a concederle la jornada solicitada y a indemnizar a la solicitante. ¿Pero es suficiente?
Es decir, si la funcionaria hubiera aceptado que el Ayuntamiento le denegaba el cambio de jornada, aún teniendo que hacer malabares para poder asegurar el adecuado cuidado y atención de sus hijos menores, esta injusticia no hubiera salido a la luz y además hubiera sentado un precedente en la forma de actuar de esta administración pública.
Resulta chocante que no fuera la primera vez que sucedía una situación así, pues el artículo recoge antecedentes de otros dos casos muy similares ocurridos con otras mujeres, funcionarias del mismo ayuntamiento, considerando que las condenas previas que anulaban las pretensiones denegatorias del consistorio sin embargo no crean precedentes positivos, sino que a través del tiempo se sigue intentando anular los derechos de las trabajadoras.
Y digo trabajadoras porque no puedo evitar pensar que, dado el caso de un hombre de la misma edad y circunstancias familiares, un padre soltero de dos hijos pequeños que solicita un cambio de jornada, la resolución de la petición sí hubiera sido muy distinta, probablemente el comité del Ayuntamiento de Madrid encargado de analizar esta petición habría pensado, como todo buen hijo de vecino, "qué padre tan bueno y dedicado, que necesita organizarse para cuidar él mismo de sus hijos" mientras que, tratándose de una mujer, se suele pensar que lo que quiere es estar tranquilamente en su casa, o que por qué decidió trabajar si quería tener familia, y otra serie de conclusiones que se toman simplemente por lo condicionados que nos encontramos aún frente a este tipo de temas.
Mi propuesta sería eliminar el nombre, la edad, el sexo, esos datos personales directos de las solicitudes que se hacen por ejemplo a una empresa, de manera que el trabajador expone su situación, su puesto y funciones, sus necesidades y su solicitud y la organización correspondiente sólo evalúa si es posible o no atender a la petición. No parece tan difícil...
No, una condena no es suficiente cuando se debe luchar por los derechos CADA VEZ que a una le son denegados, y donde la igualdad de trato real, la del día a día, se siente aún tan lejana.
Muy interesante. Me ha gustado mucho
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